<...el mundo, una época, vida :: es aquí donde existen mis sueños, producto de mis noches inconscientes, de fantasías que mi razón no he entendido aún...>

Monday, November 29, 2004

:: a n s u z ::

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Un vacio extraño que se apodera de mi mente y lo llena de todo lo que en ella alberga, soñando despierta, con la mente extraviada, vaga y firme. Si dejo fluir mi memoria, erra por esos vastos lugares y me llena la boca con palabras que nacen para contar un sueño, sin que nadie las escuche....

Hay un lugar frente a mis ojos, pero no distingo los detalle. Busco en el mirar la sombra del recuerdo que lentamente se desvanece, como bruma entre mis manos cuando trato de retenerlo...

Frente a mi veo metal. Una hoja de metal que abarca mi mirada. Y aunque quiero, no puedo voltear hacia otros lados. Pero en lo que cabría esperar fuera una imagen recta, sin mayores complicaciones, me doy cuenta repentinamente, que no sólo la luz es mediocre, también parece como descuadrado el lugar que me rodea...

De improviso, una luz tremenda invade mi espacio. En este momento me digo: "Esto es parte del sueño", y veo a traves de la luz, a la cual me acostumbro fácilmente, un lugar extraño. Al fondo esta el atardecer, con el sol radiante mientras desciende, delineando el perfil de una figura tallada en piedra. Lentamente veo como al oscurecerse el lugar la forma pierde su claridad y con ella, su significado para mi.

Pero sin embargo, recuerdo la sombra de su perfil y parece marcado en mi mente como si fuera envejecido metal, en una superficie clara. Me llena con la sensación de reconocimiento, de nostalgia, como si supiera que no me concierne, pero aún así me perteneciera...

Lo veo hasta que desaparece de mi vista, hasta que la luz acaba por extinguirse y sólo queda marcado en mi pensar. Y escucho como se cierra una puerta....

El tiempo que paso en silencio, en la sombra del lugar, pasa tan intangible y lentamente como un suspiro entrecortado, que puede ser a la vez, infinitamente largo. A tal punto que parece de pronto llenarse de sonidos, al borde de mi conciencia, desde extrañas voces, suaves y susurrante, hasta ecos distantes de melodías que resuenan en mis oidos, provenientes de todos lados, sin que pueda voltear para oirlos mejor...

Justo cuando estoy a punto de ahogarme en esa cacofonía del mero reflejo de los sonidos que me rodea, otra vez veo luz al frente, extendiendose lentamente, llenando el espacio e iluminando una nueva escena....

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Un desierto vasto, de arena cambiante se encuentra en mi vista. La arena pierde sustancia mientras observo frente a mi un curioso oasis, casi incongruente en la soledad del lugar. Y cuando me doy cuenta, no escucho nada. Aún cuando permanezco quieta, desde donde observo puedo ver adentro de la visión, y avanzo indefinidamente.

El oasis es un edificio, una construcción derruida a causa de lo elementos. De un viento silencioso que jamás detiene su paso. Entre las ruinas de lo que antes resultara una gran cas, una notable vivienda destaca un patio llano. En el fondo de ese patio, una especie de fosa abarca todo lo que alcanzo a ver. Esta lleno, al igual que todo, de la omnipresente arena, pero a pesar de lo raro que me resulta, tiene su propio movimiento, mientras pienso que tan bajo, el aire no puede moverlo.

Puedo ver en la periferia de mi visión, mi cabello, mecido por el viento, y aunque sé que me pertenece, es distinto de cómo lo conozco. Abstraida en ese pensamiento, tardo tiempo en darme cuenta de que el silencio ya no es total. Unas notas discordante se mecen atraidas por mi prescencia, mientras rodean burlonas el lugar. Entonces, un sonido profundo y razgado truena, haciendo temblar todo lo que hay a mi alrededor, y siento más que escuchar, en esa misma forma, lo que he venido a saber:

Me llama. Me dice que o quien soy yo, y de una manera en que sólo una parte de mi entiende, me llama sgrios, scriosaim, sgar ... Y sé que nadie antes ha recibido en ese lugar semejante nombre, y nunca fué concebido para una mujer. No encuentro manera de explicar esa certeza, pero me doy cuenta de que ha sucedido algo que no debía de pasar, cuando la tierra se levanta, rompiéndose en pedazos, desgarrandose para revelarme eso. Tiene que ver con el nombre, con esa palabra con la cual me denomina ese lugar y cierro los ojos al darme cuenta de lo que significa....

No me atrevo a abrir los ojos, hasta que el sonido desaparece, dejando otra vez ecos que reverberan en toda mi persona y no confio en separar mis parpados hasta que se detienen. Cuando finalmente tengo el valor de abrir los ojos, y observar lo que hay delante de mi pare que lo vea, esta nuevamente frente a mi la hoja de metal. En ella veo una fina silueta, y mientras cobra claridad a mis cansados sentidos, me doy cuenta que sigo sin poder moverme.

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La figura se vuelve más tangible a cada instante, y antes de que logre entender que es lo que veo, delante mio hay una muñeca frágil, con la cabeza caida levemente de lado. Una maraña de cabellos, de un color casi imposible de definir, cubren por completo uno de sus hombros, y un mechón, recorre la linea de su perfil, casi marcándolo, pero al mismo tiempo confunde su cabeza con el resto de su cuerpo.

Al verla tan inmóvil como me siento yo misma, me concentro en su rostro, cubierto de sombras. Sólo distingo que la piel es como porcelana, clara y fria. Los rasgos son tan extraños, que al momento olvido como son. Me llena de ansiedad que no parece fijarse en mi memoria su apariencia, y trato de mover la cabeza confundida.

No puedo.

Me obligo a buscar sus ojos con los mios. Aunque me extraña la visión que ahora tengo, empiezo a distinguir algo en ese mirar. Pienso en piedra, resquebrajándose, anciana y sometida al paso del tiempo, a tempestades y bruma. Pienso en roca, seca, desmoronándose, y casi escucho el sonido de los trozos al caer. Mientras pienso esto, escucho una voz... No sólo una, varias, pero tan cercanas una a otra que se confunden. No dicen nada, sólo oigo un suave coro que llena el espacio nuevamente, tendiendo un camino entre la figura y yo.

Es en ese momento cuando una revelación me golpea terriblemente. Las voces son mias, aunque no puedo mover la boca, esa voz, esas voces indudablemente me pertenecen, pero alejadas de mi, no puedo aferrarme a ellas. Es un reflejo.

Frente a mi hay una frágil muñeca. De inconstante figura. De intangible presencia.

Y esa muñeca.... soy yo.


Sunday, November 28, 2004

:: h a g a l a z ::

Night Tree
Una luna...
Una estrella...
Una aguja...

Entre mis manos se encuentran estas cosas.
Las contemplo, y trato de desentrañar su significado.
Una luna, grande, plateada, clara y brillante. Una estrella, pequeña, difusa, extraña y lejana.

Dos pasos a la derecha.
La danza comienza. Un giro y un revés.
Sostengo la aguja contra mi piel. Es alargada, caliente al tacto, caldeada por mi carne.

No confundo más a mi mente.
No puedo concentrarme correctamente y olvido todos mis intentos de sostener las piezas de mis pensamientos.

En este momento se vive el momento.
Una plateada superficie me sale al paso entre un giro vago y un paso a un costado.
Un espejo. A mis espaldas, otro espejo.
Un espejo frente otro espejo.

Con curiosidad, dejo caer la aguja plateada, en sendos lagos de reflejo.
Espero cuidadosamente el suave tintineo que hará el metal contra el cristal.
Cual no es mi sorpresa ver que se pierde en ese pequeño mar de plata.

Me arrodillo frente al espejo.
En ningún momento toco la superficie, que permanece tranquila, como si nada hubiera pasado.
Extiendo dudosa mi mano hasta dejarla a una escasa distancia de la superficie, y espero a que suceda algo.
Siento sólo la corriente helada que parece brotar del espejo. Fresco, casi helado.

Cierro los ojos y me deleito de la sensación.
Es una punzante mordida del frio, lo que recorre insistente la palma de mi mano.
Siento como se extiende a lo largo de mi brazo, y observo por mis parpados entrecerrados, chispas fugaces de luces....