<...el mundo, una época, vida :: es aquí donde existen mis sueños, producto de mis noches inconscientes, de fantasías que mi razón no he entendido aún...>

Friday, January 07, 2005

:: w y r d ::

Peñón


Hoy es el día después de ayer....

Todo sigue igual. El sol alumbra del mismo modo a través de mis ventanas, pero no caldea mi cuarto. Escucho los mismos sonidos que he escuchado en tantas mañanas anteriores a esta. Y sin embargo, ha cambiado el curso de mi vida...

Cierro los ojos. Estoy sentada entonces en la orilla de un desfiladero. Bajo mis pies se extienden kilómetros de una nada absurda y sin sentido. Las palabras caen como un torrente que poco a poco cobra una razón de ser.

Hoy ya no es lo mismo. Tienen sentido pero ya no significan más que recuerdo que se pierde. A mis espaldas veo una preciosa ilusión, un reto a mis sueños, una luminosa escultura de hielo, que brilla fulgurante contra el monótono paisaje.

Es sólo la ilusión de un recuerdo, y sin embargo es diáfana como un despertar. Lo entiendo y la contemplo más de lo que me permito. La observo intantes que se extienden indeciblemente. Parece que durará para siempre...

Y de pronto, sin previo aviso, estalla. Estalla en millones de pedazos que arrojan una deliciosa tormenta de destellos. La lluvia no tardará en llegar. No puedo desviar la mirada de la ilusión que crea el estallido, aún persiste en mi memoria la silueta de esa ilusión. No puedo evitar el fantasma vago de esa imágen, y su carácter diáfano adquiere lo etereo.

Se derrumba mi mundo. Por un momento desaparece el suelo, y el mundo se confunde en mi vista. Se me cierra la mirada. Se oscurece el sol, a excepción de los fragmentos que aún tardan una eternidad en caer. Esas brillantes cuentas de luz mantienen lo escasa de mi cordura, y son suficientes para evitar mi sosobra.

Me estremezco sin remedio. Exhalo temblorosa el aire que había contenido en mi contemplación. No sabía que lo estuviera haciendo. Rauda, mi mano recorre el camino entre mi costado y mi garganta, y se detiene en mi pecho, como si pudiera contener el estallido gemelo que me brota del alma.

A la par de la cascada luminosa que brota de la escultura ilusiva del hielo, surge de mi pecho una fuente carmesí de dolor, angustia y anhelo, que en contraste con la luz clara que brilla de los fragmentos, se ilumina con extraños visos de la luz siempre presente del lugar.

Me vence el abrumo. Me desplomo lentamente, sobre mis rodillas, sin dejar de contemplar el espectáculo que tienen que ofrecerme mis ilusiones destrozadas. Escucho sonidos vagos, el estallido del cristal. No es posible, pues sé con certeza que la ilusión era de hielo.

Escucho el correr del agua, pero demasiado clara para corresponder a la fuente gemela de la escultura. Mi visión se cierra aún más, conforme me derrumbo. Y mientras veo desvanecerse los trozos brillantes de ilusiones en el estio que abarca en el desfiladero de mis sueño, completo mi caida al incosciente.

...
Este es un obsequio. Los retazos de mis sueños, arrancados del amancer del día siguiente. Estos son los jirones que quedan de mi paz mental que se pierde rápidamente. Esto es el fruto de una noche en vela, de un continuo vaiven de mi corazón, en un ritmo que resuena sonoro en mi cabeza.


...I am of wood and rock, not flesh and bone...