:: a s s a s i n ::
[Listening to: Gyakujou tannou keloid milk - Dir en grey - FILTH (4:50)]
El camino era sinuoso y oscuro. Realmente era una tormenta por venir, la que oscurecía el paisaje, pero no estaba lo suficientemente concentrada en ello o ninguna otra cosa.
La verdad sea dicha, me moría de miedo.
Estaba caminando a pasos pequeños, encorvada sobre un bulto de enrolladas mantas que llevaba en los brazos, acunándolo suavemente, pegado a mi pecho como si fuera la tabla de salvación de un naufrago. Tan cerca lo tenía que podía sentir como se me clavaba en el pecho y hacia eco al retumbar de mi corazón. Si hubiera podido sacárnmelo (el corazón) lo hubiera hecho, porque juraría que el resto del mundo lo estaba escuchando en ese momento, y quería ser tan sigilosa como pudiera.
Porque estaba siguiendo a alguien.
Paso a paso, con el sudor resbalándome por el cuello a pesar del frio que hacia, me fuí acercando a la figura que caminaba delante de mi, con una determinación que flaqueaba más mi animo. Ni siquiera sabía porque tenía que estar ahí, pero sabía que mis posibilidades eran pequeñas comparadas con el hombre que tenía delante mio.
Tuve buen cuidado de que mi sombra no se proyectara frente a mi, incluso, caminaba en contra el viento, como si mi presa fuera un cazador nato e incluso pudiera delatarme mi aroma. la presión comenzaba a hacer estragos en mi y mi mao temblaba incontroblemente sobre la tela del bulto.
Y entonces sucedió.
Un enorme rayo cayó a mis espaldas, haciendo de la noche día, por tan corto tiempo que contuve mi respiración, suplicando en silencio que no se hubiera dado cuenta de nada, pero mi sombra cubrió por completo al hombre que había estado siguiendo, inconfundible como silueta humana y él se detuvo por completo.
Demasiado tarde para huir o esconderme, caí en el impulso primario de atacar. Mi mano aferró la pistola que envuelta entre la manta, había estado clavándome toda la noche, pero antes de que pudiera levantar el cañón frente a mi, aún envuelto en la tela, él estaba a unos centimetros escasos de mi, aferrando mis brazos como bandas de acero, inmovilizándome por completo. Lentamente, fué clavando sus dedos en mi carne, y con un gemido de dolor, dejé caer la pistola que sostenía a duras penas ya, con un ruido que retumbo en la noche junto con el trueno que seguía anunciando la tormenta que estaba por venir.
Exhale un poco de aire, tan aterrorizada que ni siquiera podía temblar, convencida de que sería como mi último suspiro y cerré los ojos esperando lo peor. Pasados unos segundos que parecieron horas, levanté el rostro, para ver mi muerte a la cara y en lugar del hombre despiadado, el perfecto asesino, inconmovible, letal, el tirano que había seguido durante horas enteras para eliminar, me topé con una expresión de genuina curiosidad en sus facciones.
Me desarmó por completo, física y emocionalmente y me derrumbé inconsciente...
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Lo siguiente que recuerdo es una habitación oscura, cuya única luz es la que se filtra por una puerta entreabierta. Estoy recostada en una cama, más limpia de lo que había estado en días, descansada pero terriblemente débil, así que no pude siquiera moverme o abrir los ojos completamente. El agotamiento era completo así que antes de caer nuevamente en el sopor del cansancio, escucho unas voces, un par de siluetas en la habitación, una a un lado de mi lecho y la otra justo en la puerta.
-¿Qué vas a hacer con la pequeña bestia? Después de todo, tenía intenciones de ponerte una bala o dos entre ceja y ceja...
-No es asunto tuyo.
-Tu seguridad es asunto mio, aunque esta claro que puedes cuidarte solo, con sobrada eficiencia. Y debiste de haber acabado con esta molestia. No es tu estilo dejarlos vivos, menos aún cuidar de ellos.
-Lo que yo haga con los sicarios que parecen aparecer por todas partes es mi problema, y no esperes que me explique al respecto. Cumpliste con informarme, ahora déjame solo.
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A los pocos días, con muchos cuidados, logro tener fuerzas suficientes como para enderezarme en la cama. ël nunca se apartó de mi lado, y ese tiempo se muestra como cansancio en su rostro, una creciente barba en sus facciones y una suavidad en su mirada que estoy lejor de entender. Pasan los minutos y ninguno de los dos dice palabra alguna. Yo soy un hervidero de angustia, miedo y confusión. Es cierto. Tenía toda la intención de dejar un par de huecos de bala en su cuerpo.
Es el hombre más peligroso que haya conocido y ahora que estoy descansada, alimentada y con esa peculiar inteligencia que la presión y la necesidad curten a fuego, me doy cuenta de que nunca tuve una sola oportunidad contra él. Puedo leer su rostro como un libro abierto. Él siempre supo que estuve detrás suyo, desde el principio sabía porque lo seguía. Siempre tuvo el control. Y yo, como una fiera hambrienta, irracional y suicida, seguí paso a paso mi destrucción en sus manos. Porque no paso, he ahi el misterio.
A pesar de todo, ejerce una atracción en mi, como la llama de la vela que atrae a los insectos a una muerte segura. Descubro que no puedo apartar la mirada de su rostro, sus facciones me parecen perfectas, su mirada penetrante y su cabello oscuro con unas contadas hebras plateadas, sólo dejan entrever el largo tiempo que ha pasado siendo el hombre cuya fama lo precede. Un tirano, lo llaman, el asesino más letal del mundo, murmuran algunos, un hombre en control de cada una de sus emociones, es así como lo describen algunos testigos... frío, calculador, implacable.
He crecido conociendo a esta leyenda que tengo frente a mi, oyendo historias que él protagoniza a lo largo de incontables noches llenas de frio, hambre y miedo. Mi vida nunca fué fácil, y eso fué lo que me llevó en primer lugar a seguirlo. El precio de su cabeza esa noche fué un plato de comida y una amenaza. Pensé que al menos moriría con el estómago lleno pero una hora antes había vomitado todo de puro nervio. De todas maneras parecía estar condenada. Morir a manos de uno u otro, ya no hacia mayor diferencia. Por eso lo hice.
En ese momento él se levanta, sin decir aún nada y camina hacia mi cama. Y yo retrocedo hasta topar contra la cabecera de la cama, temblando ahora, sin resignarme aun a mi suerte. Él me toma por la barbilla y me obliga a levantar el rostro, con una fuerza que me lastima y me arranca lágrimas de dolor y angustia.
-¿Quien eres?
Esa pregunta me toma por completo de sorpresa. No es precisamente que no la esperara, es simplemente que no conozco la respuesta. He sido tanto tiempo una de tantas almas perdidas en las calles, sin refugio ni familia, abandonada hasta el punto en que todo lo olvida, que no recuerdo mi propio nombre. Entonces él repite la pregunta, nuevamente lastimándome, y el dolor me da fuerzas para mirarlo a la cara, totalmente resignada a lo que vendrá.
-No lo sé. No tengo nombre y no importa. No estaré aquí mucho de todas maneras ¿verdad? Pero dejaré de tener hambre, dejaré de tener miedo y no volveré a sentir dolor ¿cierto?
Apenas salen esas palabras de mi boca, me toma nuevamente del brazo, con tanta rudeza que me hace daño. Parece que dolor, lo seguiré sintiendo otro rato más. Me jala fuera de la cama y apenas mis pies tocan suelo, caigo agotada. Pero él sigue sin darme un respiro y tira de mi hasta el balcón.
-Si de verdad quieres matarme, tendrás que esforzarte más. Tu intento fué un rotundo fracaso. Ni siquiera estas en condiciones de hacerlo una vez más. No puedo permitir que cualquiera haga la prueba, a ver si corre con suerte. En una hora empezaremos con tu entrenamiento. Veremos de que estas hecha.
Y sin más, sale del cuarto, dejándome para arrastrame hasta la cama, justo antes de que traigan la comida.
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De eso, han pasado años ya, los suficientes para marcar la diferencia. Ya no soy la pequeña bestia, debil y temerosa que trató de matar una noche. Él personalmente me ha educado desde entonces. Ya empieza a cansarse y no pierde el tiempo con tonterías. Cada noche caía agotada, apaleada y poco a poco satisfecha de mi misma. Para mi, no es sólo mi maestro, o hasta cierto punto, mi salvador, quien me dió comida, techo y entrenamiento. Él es mi razón de existir. He visto todos y cada uno de sus aspectos, y lo admiro en cada uno de ellos.
Hace tiempo, estabamos practicando juntos, cuando escuché una voz familiar, de ese cuarto oscuro donde desperté.
-¿Así que la pequeña bestia tiene garras?
Y lo reconocí. Su comida, su amenaza. Su precio. Voltee para verlo claramente, pero cada fibra de mi cuerpo reaccionó por cuenta propia. Lance un golpe hacia el frente, y en donde antes no había nada, desvié el primer disparo que no estaba dirigido hacia mi. El segundo, definitivamente lo estaba, pero antes de que pudiera apretar nuevamente el gatillo, le arrancaron el arma de las manos y sólo alcancé a ver su expresión de frustración y derrota antes de que desapareciera su rostro de un balazo.
El sólo dijo, "ahora tengo una vacante, ¿quieres quedarte permanentemente?" antes de arrojar la pistola a un lado y salir de la habitación. Preguntaba por cortesía, porque sabía de sobra mi respuesta. Jamás me apartaría de su lado.
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Mi sueño no termina aquí pero aquí es donde decido terminar de contarlo. Si alguien le interesa, podría contarle el final, pero ... ah, curiosidad, curiosidad.